La inflación está de regreso y amenaza con quedarse

Después de años de situarse por debajo de los objetivos de la mayoría de los bancos centrales, la inflación ha avanzado fuera de la zona de confort tanto de los hogares como de las empresas y los responsables de las políticas públicas.

La guerra en Ucrania elevó los precios de las materias primas y de la energía, contribuyendo a una inflación también avivada por la respuesta fiscal y monetaria a la pandemia.

En el nforme Económico Anual más reciente, en el Banco de Pagos Internacionales echamos un vistazo “bajo el cofre” al proceso de inflación para examinar más de cerca qué es lo que hace que su motor funcione, señaló su titular Agustín Carstens.

El BCE examinó por qué y cómo los cambios en el precio de los artículos en una canasta básica pueden transformarse en una inflación de base más amplia.

 Identificó dos fases de inflación distintas con características y comportamientos muy diferentes.

Si el aumento de los precios individuales es lo suficientemente grande y ocurre con frecuencia, la gente lo percibe más claramente. En dicho entorno, y sobre todo con políticas monetarias y fiscales acomodaticias, se arraiga la sicología de la alta inflación.

La gente comienza a exigir salarios más altos para recuperar las pérdidas en el poder adquisitivo. Toman medidas para protegerse de los futuros aumentos de precios. Intentan vincular de manera automática sus salarios a la inflación.

Del mismo modo, con una inflación alta, las empresas tienen más incentivos para subir los precios y compensar los márgenes de ganancias reducidos.

Con los salarios persiguiendo a los precios, y los precios persiguiendo a los salarios, puede venir un aumento perjudicial y reforzado de la inflación. Una vez que se establece una espiral de precios y salarios, el impulso es difícil de detener. La inflación alta engendra una inflación más alta.

En ese punto, es mucho más difícil volver a un entorno de baja inflación: se necesita más esfuerzo para reducir la velocidad del vehículo una vez que su velocidad de crucero ha aumentado.

Nos estamos acercando a ese punto de inflexión. En muchos casos, los bancos centrales han actuado de forma decisiva para evitar pasar de una era de inflación baja a una de inflación alta.

Pisar el freno, en lugar de simplemente quitar el pie del acelerador, podría ser perjudicial temporalmente para la economía, pero vale la pena si con ello se evita una desaceleración aún más pronunciada y perdurable en el futuro.

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