¿Cómo ser "d´mente" y vivir en el intento?

Adela Ramírez

Con olor a palomitas, sentada en las primeras filas del primer recinto teatral más antiguo de América Latina, con un calor endemoniado y emoción por regresar después de años a esas butacas, que visitaba los fines de semana, cuando era niña, esperaba emocionada se levantara el telón y dieran la ansiada: “tercera llamada, tercera…”.

Al mismo tiempo, ideas futuristas carcomían mis células grises. Pensaba: “si vienen vecinos incómodos, que no dejen de hablar, se aproximen mucho, sean groseros, invasivos, etcétera…”. Lo anterior, se debe a que las personas ansiosas, llenamos vacíos existenciales con exceso de futuro y en su mayoría las escenas son fatalistas.

Por fin se levantó el telón y el espectacular Ari Telch inició el monólogo, donde literalmente se burla de la locura durante 1 hora con 40 minutos.

En “D’Mente”, el histrión da una tremenda cátedra sobre la complejidad de las enfermedades mentales, sus efectos y el riesgo de no atenderlas a tiempo y con expertos. 

Fue en 1997 cuando Telch fue diagnosticado con bipolaridad, años después escribió esta obra con Alfonso Cárcamo y ahora, brinda un soliloquio de comedia conformado por dos actos.

Durante la obra, el actor pone al desnudo parte de su intimidad con el propósito de precisar que una enfermedad psicoemocional no se cura con “realismo mágico”, porque ni con limpias ni con rezos, tecitos, cuarzo o rituales se equilibran los químicos del cerebro.

Puntualiza, además, la gravedad de una depresión y la importancia de recurrir con un especialista. Telch, recuerda a su público casos de famosos, quienes al no encontrar una solución para esta encrucijada optaron por la puerta falsa como: Robin Williams, Marilyn Monroe, Kurt Cobain o Virginia Woolf. Porque en efecto, los suicidas no quieren morir, sino que, ya no quieren vivir así.

El humor negro y una exhaustiva investigación, además de su simpatía y galanura, por momentos hacen dudar al espectador si reír o llorar durante este viaje hacia nuestra mente, en mi caso, puedo hacer ambas cosas.

Uno de los datos, que recalca Telch es que de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) existen 400 tipos distintos de trastornos mentales, lo que quiere decir que, por estadística, es imposible para cualquier ser humano vivir sin un poco de locura.

En la puesta, el actor determina que es el siquiatra el especialista que decodifica la química del cerebro y devela cómo funcionan las hormonas, lo cual afecta nuestra forma de ser o el comportamiento, incluso los genes también son determinantes para ello.

A lo largo de las anécdotas, que relatan distintos personajes, también salen a relucir las adicciones tales como el alcoholismo que, como sabemos, los problemas que genera también tienen un impacto muy negativo en la salud mental. El alcoholismo, sin duda, puede empeorar condiciones existentes como la depresión o provocar nuevos problemas como la pérdida grave de memoria o la ansiedad.

Asimismo, las adicciones pueden ser los supuestos “salvavidas” de cualquier enfermo mental. El cigarro, por ejemplo, que parece que calma la ansiedad, solamente es un maquillaje; que a su vez puede terminar por generar un nuevo padecimiento como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) o cáncer de pulmón, entre muchas otras. Lo cual se convierte en un círculo vicioso, en un laberinto sin salida para cualquiera.

Para nutrir esta obra, Ari ha platicado que realizó una investigación que le llevó tres años y medio. Además, claro, de vivir en carne propia la bipolaridad, enfermad psiquiátrica mayor, conocida anteriormente como depresión maniaca, que causa cambios extremos en el estado de ánimo y comprende altos emocionales (manía o hipomanía) y bajos emocionales (depresión).

El camino hacia la paz, la felicidad y una vida productiva no es sencillo, pero, tal como lo demuestra Telch en escena, su talento ha prevalecido a la enfermedad. Para todos es posible, toda vez que se termine con la ignorancia, dejando a un lado los prejuicios y estigmas sociales para buscar la solución con el psiquiatra adecuado. Los medicamentos controlados, no nos harán adictos, no son para siempre y pueden salvarnos la vida.

Aunque se privilegia la comedia, lo cierto es que hablar de enfermedades mentales en México es un asunto serio, grave y difícil de enfrentar. Se sobrelleva cuando se entiende lo que es, aunque implique años de aprendizaje. Pues nueve de cada diez mexicanos no tienen idea de lo que un psiquiatra hace.

Así, en el reluciente Teatro Principal de Puebla concluyó esta increíble puesta en escena con ovaciones y aplausos de pie para el histrión, en el mismo escenario que lo vio en la década de los 90, sin ropa en escenas mucho más candentes al lado de la primerísima actriz María Rojo, en La Tarea.

¿Y tú, que tan “D’Mente” estás?

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