Y ahora… ¿quién podrá defendernos?

Por: Thomas Karig

Con sorpresa e incredulidad hemos escuchado las noticas de Texas donde el sistema de suministro de energía colapsó y no se pudo restablecer durante varios días. Llama la atención la impotencia y falta de previsión en el país más poderoso del mundo ante situaciones climáticas, que si bien son inusuales, no están fuera de los parámetros que en otros lados si se toman en cuenta.

Otro factor que sorprende es que en la era de la interdependencia Texas haya decidido mantener aislada su red eléctrica sin que una política nacional lo obligara a integrarse en un sistema interconectado. Eso si, exportan su gas natural, y como corolario el impacto que todo esto tuvo en México puso en evidencia las debilidades del sistema energético mexicano.

Lo más curioso, y difícil de entender para algunos, es que las heladas temperaturas que provocaron los desastres son parte del cambio climático, donde la interdependencia, esta vez de los fenómenos climáticos, provocó que temperaturas inusitadamente elevadas en el árctico desplazaran el frio hacia el sur.

El mensaje es claro: si un país como Estados Unidos tiene tantos problemas para gestionar las situaciones climáticas, ¿qué le espera al resto del mundo? Por el otro lado, nos damos cuenta que los impactos hubieran sido perfectamente evitables con la tecnología disponible, y que los costos de las omisiones superan por mucho las inversiones que no se hicieron.

El Presidente Biden está tomando cartas en el asunto. Como primer paso, reafirmó los compromisos de su país en el acuerdo de Paris del 2015. En los próximos meses presentará a su Congreso la legislación necesaria, que por ejemplo propone terminar con la generación de energía con combustibles fósiles en 2035, como el paso más importante hacia la neutralidad de carbono en 2050. Son palabras mayores. Significa reducir las emisiones en un 7.6% anual por los próximos 10 años, más de lo que bajaron durante la pandemia.

Biden y su equipo saben que el no tomar acciones ahora, haría imposible lograr los acuerdos de Paris. La tecnología necesaria para la generación de energías limpias está disponible, y la gran inversión que se tiene que hacer es básicamente para eficientar y robustecer las redes de distribución.

Otro factor que puede soportar la urgencia, es que el no tomar acciones para unirse a la lucha contra el calentamiento global es otra señal que Estados Unidos abandona su papel de líder en asuntos globales, algo que Biden claramente quiere evitar.

China, también en este ámbito, está bien posicionada, con tecnología que exporta, con todo y financiamiento para apoyar a países en desarrollo. La Unión Europea ya acordó su “Green Deal”, con muchos recursos para la transición energética, e incluso con la provisión de imponer impuestos adicionales a las importaciones de países que no se comprometen a reducir sus emisiones.

Aun cuando la credibilidad de los Estados Unidos en este tema ha dejado que desear, desde los tiempos en que George Bush declinó implementar el protocolo de Kyoto, una acción decidida de Joe Biden en este tema se podría convertir en su gran legado.

Biden y los Demócratas no estarán solos en este propósito. Más de la mitad de los estados de la Unión ya tienen alguna legislación sobre energías limpias. Los grandes fondos de inversión están urgiendo a las empresas en las cuales invierten, a transparentar sus riesgos y sus acciones relacionadas con el cambio climático. Y finalmente, personajes prominentes como Bill Gates se están sumando a la labor de convencimiento.

Gates acaba de publicar un libro llamado “Cómo evitar el desastre climático”. Y a diferencia de sus colegas multimillionarios Elon Musk y Jeff Bezos que ven el futuro de la humanidad en otros planetas, Gates argumenta que existen suficientes medios, herramientas y tecnologías para poder evitar que el planeta Tierra esté destinado a consumirse en el caos climático.

Aparte de la generación de energía eólica y solar, Gates argumenta a favor de plantas nucleares de última generación que podrían asegurar la estabilidad de las redes. El poder de la innovación, dice Gates, ha hecho posible logros que nadie se había atrevido a predecir, como la disponibilidad universal de las tecnologías de la información y la erradicación del hambre a través de cultivos mejorados.

Las empresas y los empresarios, junto con los gobiernos, están llamados a abandonar el cortoplacismo y unirse a este esfuerzo. El desarrollo sostenible no es solo un concepto político y social, sino también es el camino para que las empresas prosperen. 

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