Granjas Carroll México destacó su aportación a la economía de los estados de Puebla y Veracruz, con una derrama económica que asciende a 1 mil 325 millones de pesos anuales.
Esta cifra se desglosa en 225 millones de pesos derivados de compras regionales y 1 mil 100 millones de pesos correspondientes a salarios, prestaciones, impuestos y apoyos a la comunidad.
La actividad productiva de GCM, explicó, también actúa como un dinamizador clave de la economía local al conectar y fortalecer los sectores agrícolas, industrial y de servicios. Este efecto multiplicador se evidencia en la mejora significativa de la infraestructura local.
En los últimos años, el desarrollo de infraestructura eléctrica y de caminos rurales hacia las granjas, impulsado por la presencia de GCM, ha permitido que los agricultores de la zona accedan al servicio eléctrico para sus sistemas de riego. Esta modernización ha incrementado la productividad agrícola, mejorando los rendimientos de las cosechas y, por ende, los ingresos de las familias de los productores.
Refrió que GCM es un actor en la promoción de bienestar económico y social, lo que evidencia que la inversión en infraestructura y servicios puede transformar positivamente la vida de las comunidades rurales.
El anuncio se da paralelamente a la señal de alerta por organizaciones del sector pecuario en torno a una modificación Constitucional en puerta promovida por legisladores de Morena para condicionar la entrada de maíz al país a que sea grano quebrado.
La Asociación Mexicana de Productores de Carnes de Res (AMEG), la Organización de Porcicultores Mexicanos (Opormex) y la Unión Nacional de Avicultores (UNA) advirtieron que el uso de grano quebrado afectará la producción de carne de res, cerdo, pollo y huevo en México.
El uso de un maíz fragmentado les generará un costo extra de hasta 20 por ciento, lo que los hará perder competitividad y mercado frente a las importaciones de estos alimentos.
Usar maíz fragmentado y no entero como hasta ahora sucede, explican, es delicado porque al pasar por el proceso de quebrado pierde la resistencia o protección natural que tenía -contra hongos y aflatoxinas - y al ingerirlas por los animales les ocasiona retraso en los tiempos de engorda e importantes afectaciones en el producto.