Javier Ruiz Nochebuena
Hace más de una década, Elon Musk irrumpió en la industria automotriz con Tesla, presentando vehículos eléctricos de vanguardia que prometían revolucionar la movilidad sostenible. Estos automóviles, equipados con tecnología de última generación y capacidades de conducción autónoma, posicionaron a Musk como un visionario comparable a figuras históricas como Henry Ford.
Durante años, Tesla experimentó un crecimiento meteórico. Las ventas aumentaron constantemente y la demanda superaba la oferta, llevando a tiempos de espera de hasta seis meses para los nuevos propietarios. En los mercados bursátiles, las acciones de Tesla se dispararon, reflejando la confianza de los inversores en la marca y su liderazgo en la industria de vehículos eléctricos.
Sin embargo, desde 2024, la situación ha cambiado drásticamente. Las ventas de Tesla han disminuido significativamente en varios mercados clave, incluyendo Estados Unidos y Australia. En Estados Unidos, datos de la Asociación de Concesionarios de Autos Nuevos de California indican que las matrículas de la marca en ese estado, el mayor mercado de vehículos eléctricos del país, cayeron un 12% en 2024 en comparación con el año anterior. En Australia, las ventas de Tesla se redujeron un 72% en febrero de 2025 en comparación con el mismo mes del año anterior, con una disminución del 81% en las ventas del Model 3.
Estas caídas no solo se atribuyen a la creciente competencia, sino también a factores relacionados con la imagen pública de Elon Musk. Su apoyo a figuras políticas controvertidas, como el partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD), y su estrecha relación con el expresidente estadounidense Donald Trump, han generado rechazo entre consumidores y accionistas. En Alemania, por ejemplo, se han producido protestas y actos de vandalismo en concesionarios de Tesla, reflejando el descontento de los clientes.
Además, movimientos como "Tesla Takedown" han cobrado fuerza, instando a los propietarios a vender sus vehículos y a los inversores a deshacerse de sus acciones en la compañía. Este movimiento busca impactar económicamente a Musk y cuestionar su influencia política.
En Estados Unidos, la situación no es más alentadora. Las ventas de Tesla han disminuido, y la marca enfrenta una creciente competencia de otros fabricantes que ofrecen vehículos eléctricos atractivos para los consumidores progresistas preocupados por el medio ambiente. Además, la polarización política ha llevado a que algunos potenciales compradores eviten la marca debido a las asociaciones políticas de Musk.
En resumen, la combinación de una competencia feroz y las controversias en torno a Elon Musk han afectado la reputación y las ventas de Tesla a nivel global. La empresa enfrenta el desafío de reconectar con su base de clientes y adaptarse a un mercado en rápida evolución para recuperar su posición en la industria automotriz.
¿Será la reputación del empresario uno de los factores que, en el presente y el futuro, cobrarán más importancia en el éxito de las organizaciones? ¿Hasta qué punto, actualmente es sano vincular el activismo político con el destino de una empresa?